miércoles, 27 de julio de 2022

El fin de una emblema Faunistica :Solitario George

Solitario George la Especie más icónica de las Islas Galápagos.

Historia
Le llamaban George y estaba solo, muy solo. Era el último de su especie, Chelonoidis abingdonii, una de las tortugas gigantes de las islas Galápagos, en el Pacífico, en la línea del ecuador y a unos 1000 kilómetros al oeste de la costa de Sudamérica. Era el último y por eso se le conocía como el “Solitario” George. Era la criatura más rara del mundo, según el criterio de rareza de los zoólogos, ya que era el único ejemplar de su especie. Vivía en la isla Pinta, la de más al norte del archipiélago y una de las de menor tamaño, con unos 60 kilómetros cuadrados de superficie. Y el “Solitario” murió el 24 de junio de 2012, cuando iba al bebedero y, parece ser, de un paro cardíaco. Encontró el cadáver su cuidador, el guarda forestal Fausto Llerena. Como las tortugas de las Galápagos viven entre 80 y 130 años, se supone que George nació entre 1903 y 1919.

Había 14 o 15 especies, según los expertos, de tortugas gigantes en las Galápagos. Sus ancestros llegaron a las islas hace unos 4 millones de años después de recorrer los 1000 kilómetros de océano que hay desde las costas de Sudamérica, subcontinente en el que viven especies de tortugas emparentadas con las de Galápagos. Darwin, en su visita de 1835, nos cuenta como los habitantes de las islas las reconocían y sabían de donde procedía cada tortuga solo con ver el caparazón. De todas estas especies, hay 4 o 5 que han desaparecido, entre ellas nuestra Chelonoidis abingdonii, de la isla Pinta, a la que pertenecía el “Solitario”. Esta especie fue descrita por vez primera por Albert Günther en 1877. Era un zoólogo británico, de origen alemán, que trabajó en el Museo Británico y era un gran experto en peces y reptiles.

El “Solitario” George fue encontrado en la isla Pinta el 1 de noviembre de 1971 por el zoólogo húngaro Jozsef Valvalgyi, especialista en moluscos, que estaba estudiando los caracoles terrestres de los bosques húmedos de la isla. No se habían visto ejemplares de su especie desde 1906 cuando expedicionarios de la Academia de Ciencias de California visitaron la isla y capturaron tres machos. Fueron los últimos ejemplares vistos en 60 años. Recientemente se ha confirmado que son Chelonoidis abingdonii, como el “Solitario”, por el análisis de su ADN.

Al año siguiente, en 1972, George fue trasladado a la Estación Científica Charles Darwin, en la isla Santa Cruz, para intentar su reproducción. Le encerraron con dos hembras de una especie que se consideraba, por lo menos en su morfología, muy relacionada; era la Chelonoidis becki, de la isla Isabela. En 2008 se descubrió que estas hembras habían puesto 16 huevos, pero todos eran infértiles. Un año después, en 2009, se encontraron 5 huevos también infértiles. Incluso hubo una estudiante de investigación suiza, Sveva Grigioni, que intentó extraer una muestra de semen al “Solitario” y fracasó.

Por cierto, en estos años de reclusión con las dos hembras, el “Solitario” George engordó y en la década de los ochenta hubo que ponerlo a dieta. Consistía, por si a alguien le interesa, en 500 gramos de papaya cinco veces a la semana, 100 gramos de comida equilibrada con minerales, vitaminas y demás, una vez por semana, y 50 gramos de grasa tres veces por semana. No tengo datos de si adelgazó o no. Su modo de vida en libertad consistía en dormir 16 horas al día y, cuando despertaba, alimentarse de hierba, hojas y cactus. Las tortugas gigantes son el herbívoro de mayor tamaño de las islas Galápagos.Después de su muerte, el cuerpo del “Solitario” fue congelado y enviado al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York para ser disecado. El taxidermista George Dante comenzó en 2013 el proceso de conservación. Además, se tomaron muestras de la piel y se congelaron en nitrógeno líquido, para generar en el futuro células madre y células reproductoras y, quizá, hasta clonar a George.


Después de una breve exposición pública en el Museo de Nueva York en 2014, se esperaba que el cuerpo fuera devuelto a las Galápagos, a la Estación Charles Darwin, en la isla Santa Cruz, para quedar allí definitivamente depositado y expuesto al público en un local nuevo llamado Fausto Llerena, en honor del guarda forestal, ya jubilado, que fue su cuidador y encontró su cadáver en 2012.Más adelante, en 2013, investigadores de la Universidad de Yale identificaron en el volcán Wolf, al norte de la isla Isabela, 17 descendientes híbridos de Chelonoidis abingdonii entre una población analizada de 1667 tortugas. Encontraron 3 machos, 9 hembras y 5 crías con parte del ADN de Chelonoidis abingdonii.

También se ha encontrado una relación genética muy estrecha con la especie de la isla Española, Chelonoidis hoodensis, a 300 kilómetros al sur de la isla Pinta, en el otro extremo del archipiélago. Según el análisis genético, las tortugas viajaron de la Española a la Pinta hace unos 300000 años. Como ensayo de reintroducción de la especie en la isla Pinta, se han soltado 39 ejemplares estériles, descendientes de la especie de la Española, que son vigilados por satélite por medio de GPS.

Según los autores, quizá fueron balleneros, pescadores o piratas, los que llevaron tortugas vivas de una isla a otra. Estos barcos capturaban tortugas para tener carne durante sus viajes por el Pacífico. Se estima que entre 100000 y 200000 tortugas fueron utilizadas como carne fresca por los viajeros que atracaban en las islas. Cuando llegaron los europeos, en 1535, se calcula que había entre 100000 y 250000 tortugas y, en el siglo XX, en la década de los setenta, quedaban entre 8000 y 14000 ejemplares. Estas cifras fueron el mínimo y, después, con la protección gubernamental e internacional y los estudios en la Estación Científica, comenzó a recuperarse la población de tortugas.

Al tener estas tortugas un metabolismo muy lento y grandes reservas de grasa, resistían hasta un año y más sin comer ni beber durante los viajes de pescadores y balleneros. Y, a veces, ocurría que el barco volvía a las Galápagos y, antes de capturar nuevas tortugas, liberaba las que llevaba y todavía vivían. Así, hay zonas con especies de tortugas fuera de lugar y mezcladas. En nuestro caso, el viaje de los ejemplares era desde la isla Española a la Pinta y, desde esta, a Isabela, quizá con todo el Pacífico por medio.

Esta es la historia del “Solitario” George, el último de su especie. No lo olvidemos, aunque seguro que hay más especies en su situación, otras especies que desaparecerán por lo que hace nuestra especie con el ambiente. Por lo menos con George se intenta revertir la situación, recuperar su hábitat y, quizá, hasta la especie, todo ello en un futuro de la ciencia que todavía no ha llegado.

Información Genética de Solitario Jorge.

El genoma del Solitario Jorge es importante básicamente por dos razones. Una, por su carácter emblemático en relación a la necesidad de conservar los ecosistemas de los que somos responsables. Y otra porque como tortuga gigante nos puede dar claves sobre qué ocurre en un organismo cuando la longevidad aumenta, cuales son las adaptaciones que son necesarias", señaló a BBC Mundo Víctor Quesada, profesor de bioquímica de la Universidad de Oviedo y otro de los autores del estudio.



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